Este fin de semana pude ver el documental “Jiro Dreams of Sushi”, que relata la historia de Jiro Ono, reconocido como el mejor chef de sushi del mundo. Para Jiro, el sushi no es sólo su trabajo y su forma de expresarse: es una extensión de su vida. Encontré más de una similitud a grandes atletas y sobretodo, a los grandes inversionistas. Jiro Dreams of Sushi abre así: “Una vez que decides cuál será tu ocupación, debes de sumergirte en tu trabajo. Debes de enamorarte de tu trabajo. Nunca quejarte de tu trabajo. Debes de dedicar tu vida a perfeccionar tu habilidad. Ese es el secreto del éxito… y es el secreto para ser considerado un hombre de honor.”
El documental toca sobre un tema muy interesante: ¿qué requiere la grandeza? Uno de los entrevistados comenta sobre Jiro:
“He visto muchos chefs que son auto-críticos, pero nunca he visto a un chef que sea tan duro consigo mismo. Él pone el estándar de auto-disciplina. Siempre está viendo hacia adelante. Nunca está satisfecho con su trabajo. Siempre está buscando maneras de hacer su sushi mejor, o de mejorar sus habilidades. Incluso hoy, piensa en eso todo el tiempo, todos los días. Un gran chef tiene 5 atributos: 1) Se toman su trabajo muy en serio y se desempeñan en el más alto nivel de forma constante, 2) siempre aspiran a mejorar sus habilidades, 3) son limpios: si un restaurante no es limpio, la comida no sabrá bien, 4) la impaciencia: son mejores líderes que colaboradores. Son necios e insisten en hacer las cosas a su manera y 5) un gran chef es apasionado. Jiro tiene todos estos atributos. Él es un perfeccionista.”
Hay un tema que para mí es clave en este documental: el espíritu Shokunin. El término shokunin en japonés se define como artesano en español. Sin embargo, el término encierra más que eso. Para los aprendices japoneses, ser shokunin significa no solo tener las habilidades, pero también la actitud y la consciencia social de ser los mejores en su trabajo para el bienestar general de la sociedad. Es la obligación material y espiritual de dejarlo todo y perfeccionar su arte. Shokunin se comenta de forma recurrente dentro de la historia de Jiro:
“No me importa el dinero. Lo único que quiero hacer es hacer mejor sushi. Hago lo mismo una y otra vez, mejorando poco a poco. Siempre hay un deseo de alcanzar más. Seguiré escalando, tratando de alcanzar la cima, pero nadie sabe en dónde queda esa cima. Incluso a mi edad, después de décadas de trabajo, no siento que haya alcanzado la perfección. Pero me siento emocionado todo el día, amo hacer sushi. Ese es el espíritu shokunin. ¿Cuándo retirarme del trabajo por el que tanto me he esforzado? Ni por un momento he odiado este trabajo. Me enamoré de mi trabajo y le entregué mi vida. Aunque tengo 85 años no he pensado en retirarme. Así me siento.”
Más adelante en el documental, un aprendiz de Jiro comenta sobre lo que ha vivido bajo su tutela:
“He estado practicando hacer sushi de huevo durante mucho tiempo. Pensaba que era bueno haciéndolo. Pero cuando llegué a hacerlo en serio, seguía equivocándome. Estaba haciendo hasta 4 al día. Pero me seguían diciendo: No es bueno, no es bueno. Sentía que era imposible satisfacerlos. Después de 3 o 4 meses, había hecho más de 200 preparaciones y todas fueron rechazadas. Cuando finalmente hice una buena, Jiro dijo: “Así es como se debe hacer.” Estaba tan feliz que lloré. Pasó mucho tiempo antes de que Jiro se refiriera a mí como shokunin.”
El respeto, el grado de honor y sobretodo el amor que se le tiene a una profesión es un gran ejemplo a seguir. Más allá del sushi, los verdaderos artesanos (es decir, la gente que le entrega su vida a su profesión) destacan de forma importante. Me vienen a la mente personas que algunos llamaron obsesionados, pero que todos reconocemos como triunfadores que inspiraron a muchos con su pasión:
Michael Jordan: famoso por querer ganar en todo tipo de juego y tener una cláusula en su contrato llamada “Love of the game“, que le permitía jugar donde fuera y como fuera, incluso en canchas callejeras sin reproches de la adminstración de los Bulls
Ayrton Senna: Obsesionado con conocer y perfeccionar los detalles técnicos de su automóvil, Senna entrenaba su cuerpo y mente fuera de la temporada, corriendo y fortaleciendo su cuerpo mientras otros jugaban golf o tomaban vacaciones
Michael Phelps: su entrenador le dijo a corta edad que podía ser el mejor del mundo pero requeriría disciplina. Como parte de su preparación, entrenó sin saltarse un solo día por más de 5 años. También se sabe que pegaba los comentarios negativos de sus adversarios en el locker como fuente de inspiración.
Kobe Bryant: Obsesionado con entrenar más tiempo que los demás y practicar todo tipo de tiros, se sabe que se levantaba entre 3 y 4 am para entrenar por su cuenta. Analizaba contrincantes y figuras modelo como Michael Jordan para perfeccionar sus habilidades.
Warren Buffett: Buffett leía tanto que impresionaba a los demás con su conocimiento de todas las empresas que cotizaban en Estados Unidos. Acomodó su vida familiar para poder dedicarse más tiempo a su pasión: invertir.
Todos ellos poseen una característica en común: la obsesión y la pasión por lo que hacen. “Exemplum docet”, dice el refrán, o lo que es lo mismo, el ejemplo enseña. Historias como las de Jiro nos dejan claro que la grandeza requiere de una voluntad inagotable de siempre mejorar y que su aplicación puede extenderse a cualquier campo con resultados sorprendentes. Si aplicamos este grado de dedicación, tal vez no seremos como estos grandes, pero lograremos mucho mejores resultados que el promedio.
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